EL SIGLO XX. EUROPA 1918-1945


(Carrera de Psicopedagogía. Material de Cátedra (UNLZ): HISTORIA SOCIAL Y ECONÓMICA)


Resumen sobre la fascinante pero compleja era de la Europa de entreguerras. Es un período marcado por inestabilidad política, agitación social y crisis económica, un caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de ideologías extremas como el fascismo

Este resumen examinará el ascenso del fascismo en dos naciones: Italia, bajo el liderazgo de Benito Mussolini, y Alemania, donde Adolf Hitler y el Partido Nazi tomaron el poder.

El Ascenso del Fascismo Italiano: De la Crisis a la Marcha Sobre Roma

Italia, a pesar de estar en el bando victorioso de la Primera Guerra Mundial, salió de la contienda con graves problemas sociales y económicos. La inflación desenfrenada, el desempleo masivo y una profunda desilusión con el gobierno liberal crearon un ambiente propicio para la agitación social. En este contexto, Benito Mussolini, un antiguo socialista, fundó los Fasci di Combattimento en 1919, un movimiento que inicialmente atrajo a veteranos de guerra descontentos y nacionalistas.

Mussolini y sus seguidores, los camisas negras, utilizaron la violencia y la intimidación para silenciar a sus oponentes políticos, especialmente a los socialistas. El miedo a una revolución socialista, exacerbado por la agitación obrera y las huelgas, llevó a muchos sectores de la sociedad, incluyendo a la clase media y la élite, a ver el fascismo como un mal menor.

La Marcha sobre Roma en octubre de 1922, una demostración de fuerza fascista que intimidó al rey Víctor Manuel III, marcó un punto de inflexión. Mussolini fue nombrado Primer Ministro, iniciando un proceso gradual de eliminación de la democracia y la instauración de un régimen totalitario.

La Crisis de la República de Weimar y el Auge del Nazismo en Alemania

En Alemania, la derrota en la Primera Guerra Mundial y las humillantes condiciones impuestas por el Tratado de Versalles dejaron profundas cicatrices. La naciente República de Weimar, debilitada desde su inicio, enfrentó una serie de desafíos: hiperinflación, desempleo masivo, agitación social y el surgimiento de movimientos extremistas, tanto de izquierda como de derecha.

Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), también conocido como el Partido Nazi, aprovechó este clima de descontento para promover su ideología de nacionalismo extremo, antisemitismo y odio a la democracia. Al igual que Mussolini, Hitler utilizó la violencia para intimidar a sus oponentes y ganar apoyo popular.

La Gran Depresión de 1929 golpeó duramente a Alemania, exacerbando la crisis económica y social. En este contexto de desesperación, el mensaje radical de Hitler, que prometía restaurar la grandeza alemana y solucionar los problemas del país, resonó con fuerza en un electorado cada vez más desencantado.

En las elecciones de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la fuerza política más grande del Reichstag, aunque sin obtener una mayoría absoluta. En enero de 1933, el presidente Hindenburg, presionado por la élite conservadora, nombró a Hitler canciller. A partir de este momento, Hitler y los nazis se movieron rápidamente para consolidar su poder, utilizando el incendio del Reichstag como pretexto para eliminar a la oposición y establecer una dictadura totalitaria.

La Seducción del Fascismo: Un Fenómeno Complejo

El ascenso del fascismo en Italia y Alemania fue un fenómeno complejo, impulsado por una combinación de factores:

  • Crisis económica: La inestabilidad económica, el desempleo y la inflación generaron un profundo descontento social y un anhelo por un liderazgo fuerte que prometiera soluciones rápidas.
  • Debilidad de las democracias: Las instituciones democráticas, jóvenes e inestables, no pudieron responder eficazmente a los desafíos de la época, lo que socavó la confianza en el sistema.
  • Miedo al comunismo: La amenaza percibida de una revolución comunista, exacerbada por la propaganda anticomunista, llevó a muchos a ver el fascismo como un baluarte contra el bolchevismo.
  • Nacionalismo extremo: La frustración por las derrotas en la guerra y las condiciones impuestas por los vencedores alimentó el resentimiento nacional y la búsqueda de un pasado glorioso.
  • Culto al líder: El carisma y la retórica populista de líderes como Mussolini y Hitler les permitieron movilizar a las masas y construir un culto a la personalidad.

El fascismo, con su promesa de orden, seguridad y grandeza nacional, sedujo a un amplio espectro de la sociedad, desde veteranos de guerra desilusionados hasta miembros de la clase media atemorizados por la inestabilidad económica y social. La violencia, la propaganda y la represión fueron herramientas clave para silenciar a la oposición y consolidar el poder totalitario.

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