¿Quién dice que los estudiantes no
comprenden lo que leen?
Tiempo atrás, en “El país donde siempre
ganan los malos”, un post sobre la corrupción en la Argentina, hice alusión a
un artículo de hace unos 15 años escrito por el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry
que en su momento me había causado una gran impresión. Al armar ese post lo
busqué en internet de todas las maneras imaginables y no pude encontrarlo.
Tiempo después quise citar el mismo
artículo en una conferencia y esa vez se me ocurrió contactar al propio autor,
con la esperanza de que él supiera dónde podría encontrarlo. Grande fue mi
sorpresa cuando un largo rato después el Dr. Jaim Etcheverry me respondió que
había pasado varias horas revolviendo cajas hasta dar con una copia en papel
del diario donde apareció el artículo en cuestión.
Me lo envió por fax, lo leí, y probó ser
aún más impactante de lo que lo recordaba- Y, pese a ser de hace 15 años su
contenido sigue siendo completamente vigente. Le pedí permiso para
transcribirlo y publicarlo aquí para que ustedes pudieran leerlo y él me
autorizó.
El artículo, publicado en el diario La
Nación el 12 de Febrero de 1994, había sido escrito días después de que se
dieran a conocer los resultados de un estudio sobre el nivel de la educación en
la Argentina y muchos se “rasgaban las vestiduras”, criticando cómo era posible
que los jóvenes argentinos obtuvieran resultados tan malos en un test de
comprensión de lectura. “Los estudiantes no comprenden lo que leen”, titularon
muchos. Y aquí va la imperdible respuesta de Guillermo Jaim Etcheverry:
————————————————–
¿Quién dice que los estudiantes no
comprenden lo que leen?
La reciente difusión de los resultados
iniciales del Primer Operativo Nacional de Evaluación Educativa ha tenido la
virtud de desatar una impostergable reflexión colectiva sobre la educación en
la Argentina.
Nos escandalizamos al comprobar que casi el
70% de nuestros niños y jóvenes no comprenden lo que leen. Posiblemente no
comprendan lo que leen en los libros (que casi no leen), pero comprenden muy
bien lo que leen en la sociedad. Para comprobarlo propongo al lector un juego:
responder a las preguntas que figuran en el recuadro (I). (Nota:
lamentablemente el contenido del recuadro no estaba disponible).
Establecido así el contexto del análisis, hay
que preguntase si nuestros chicos son tontos o, por el contrario, inteligentes
cuando ignoran lo que predicamos e imitan lo que practicamos. Con su olfato
entrenado para descubrir la hipocresía, los jóvenes leen con gran agudeza las
señales que envía el mundo en el que deberán ganarse la vida. Siguen con gran
dedicación las enseñanzas de sus maestros en este mundo, los verdaderos
pedagogos nacionales: la televisión, la publicidad, el cine, el deporte, la
música popular, la política y todo lo que entra en los espacios de celebridad
que ellos definen.
Lo que los chicos saben es lo que les
enseñan sus mayores con el ejemplo.
Los más inteligentes son los primeros en aprender que resulta mucho más importante seguir lo que la sociedad enseña implícitamente con sus acciones y a través de sus estructuras de recompensa que lo que predica la escuela en lecciones y discursos de recto comportamiento.
La escuela, que puede y debe ejercer una función de liderazgo, está condenada a perder frente a una sociedad que a cada instante deshace prolijamente lo que pretende que la escuela construya.
Los más inteligentes son los primeros en aprender que resulta mucho más importante seguir lo que la sociedad enseña implícitamente con sus acciones y a través de sus estructuras de recompensa que lo que predica la escuela en lecciones y discursos de recto comportamiento.
La escuela, que puede y debe ejercer una función de liderazgo, está condenada a perder frente a una sociedad que a cada instante deshace prolijamente lo que pretende que la escuela construya.
Nuestra sociedad, que mayoritariamente
honra la ambición descontrolada, recompensa la codicia, celebra el
materialismo, ostenta impúdicamente la riqueza, tolera la corrupción, cultiva
la superficialidad, desprecia el intelecto y adora el poder adquisitivo,
pretende luego dirigirse a los jóvenes para convencerlos, con la palabra, de la
fuerza del conocimiento, de las bondades de la cultura, la prioridad de la
ética y la supremacía del espíritu.
Los chicos entran en el juego, pero advierten que si realmente valoráramos a los maestros les pagaríamos lo que pagamos a quien repara el televisor, al plomero, a los corredores de Bolsa o al personal de servicio.
Si apreciáramos los libros, leeríamos más e invertiríamos nuestro dinero en ampliar la biblioteca antes que en autos, electrodomésticos o excursiones.
Los chicos entran en el juego, pero advierten que si realmente valoráramos a los maestros les pagaríamos lo que pagamos a quien repara el televisor, al plomero, a los corredores de Bolsa o al personal de servicio.
Si apreciáramos los libros, leeríamos más e invertiríamos nuestro dinero en ampliar la biblioteca antes que en autos, electrodomésticos o excursiones.
Alumnos ejemplares
Los medios de difusión más poderosos, que
todo lo igualan, distribuyen en el planeta idéntico mensaje y encumbran como
modelo a cualquier ignorante y/o amoral.
¿Por qué razón han de despreciar los
jóvenes la ignorancia?
Ejemplares alumnos de la realidad, aprenden bien sus lecciones.
Si observan que esos personajes se alzan con millones por alguna proeza deportiva o por ulular ante multitudes mientras que un maestro de escuela recoge migajas, seguramente no dedicarán su vida a la docencia e intentarán abrirse camino en el deporte o en la música, aunque no lleguen a concretar grandes logros.
¿Con qué armas puede luchar un intelectual para desplazar del escenario de los modelos sociales al paradigma de virtudes que parecería ser, por ejemplo, un Michael Jackson?
Ejemplares alumnos de la realidad, aprenden bien sus lecciones.
Si observan que esos personajes se alzan con millones por alguna proeza deportiva o por ulular ante multitudes mientras que un maestro de escuela recoge migajas, seguramente no dedicarán su vida a la docencia e intentarán abrirse camino en el deporte o en la música, aunque no lleguen a concretar grandes logros.
¿Con qué armas puede luchar un intelectual para desplazar del escenario de los modelos sociales al paradigma de virtudes que parecería ser, por ejemplo, un Michael Jackson?
La ignorancia de los jóvenes es nuestra
propia ignorancia, que ellos asumen con envidiable capacidad. Un espejo que nos
refleja con una fuerza que, al menos por un momento, incomoda.
Aprenden lo que tan bien les enseñamos: que no encontrarán nada en Dante o en Bioy Casares, en Miguel Angel o en Pettoruti, en Shakespeare o en Cortázar que les sirva para escalar la cumbre de nuestra pirámide social.
El objetivo es obtener, y pronto, mucho dinero.
La actividad intelectual es para gente rara.
Ratas de biblioteca. Perdedores. Tal vez no podamos estar orgullosos de lo que enseñamos a los jóvenes, pero sí podemos estarlo por lo bien que aprenden nuestras lecciones.
Aprenden lo que tan bien les enseñamos: que no encontrarán nada en Dante o en Bioy Casares, en Miguel Angel o en Pettoruti, en Shakespeare o en Cortázar que les sirva para escalar la cumbre de nuestra pirámide social.
El objetivo es obtener, y pronto, mucho dinero.
La actividad intelectual es para gente rara.
Ratas de biblioteca. Perdedores. Tal vez no podamos estar orgullosos de lo que enseñamos a los jóvenes, pero sí podemos estarlo por lo bien que aprenden nuestras lecciones.
Y así resulta lógico que mientras se
recogen testimonios de preocupación por la educación se confirme que a nosotros
no nos interesa, aunque juguemos bastante bien a “pretender que nos preocupa”.
Opinión de los padres
A este respecto resulta esclarecedor
comparar el pobre rendimiento de los estudiantes al final del ciclo primario y
secundario que acabamos de conocer con la opinión que sus padres tienen sobre
la educación que reciben.
Se ha realizado recientemente un estudio de la opinión de padres de alumnos de escuelas primarias y secundarias en el ámbito de la Capital Federal que confirma la tendencia de un análisis similar llevado a cabo en 1992 (2).
Se ha realizado recientemente un estudio de la opinión de padres de alumnos de escuelas primarias y secundarias en el ámbito de la Capital Federal que confirma la tendencia de un análisis similar llevado a cabo en 1992 (2).
El 73.4% de los padres consultados se
manifiesta satisfecho o muy satisfecho con el colegio al que asisten sus hijos,
mientras que sólo el 9.2% está poco o nada satisfecho. La principal razón por
tal satisfacción es el “buen nivel de enseñanza” (64.5%).
Están más conformes los padres que envían a
sus hijos a colegios de gestión privada (84.5%) que los que lo hacen a la
escuela pública (65.7%).
El 80% de los padres evalúa como muy positivo el “conocimiento de matemática” de sus hijos, mientras que el 83% estima que el colegio les brinda un buen nivel en lenguaje.
El 54% de los padres considera que el rendimiento de los alumnos es en general bueno o aceptable, mientras que el 36% piensa que es regular y solamente el 8% lo considera malo.
El 80% de los padres evalúa como muy positivo el “conocimiento de matemática” de sus hijos, mientras que el 83% estima que el colegio les brinda un buen nivel en lenguaje.
El 54% de los padres considera que el rendimiento de los alumnos es en general bueno o aceptable, mientras que el 36% piensa que es regular y solamente el 8% lo considera malo.
En otras palabras, mientras los padres, en
su mayoría, están conformes con la enseñanza que reciben sus hijos en sus
respectivos colegios, los datos objetivos muestran serias deficiencias en
matemática y lenguaje. Los padres perciben a la enseñanza privada como mucho
mejor que la pública, lo que es lógico, porque de otro modo no pagarían por
ella.
Sin embargo, la evaluación no justifica esa
superioridad, al menos en cuanto a conocimientos, que no es el único objetivo
de la educación. Al no advertir la crisis los padres no parecen tampoco apoyar
una intensificación de la enseñanza: sólo el 17% está de acuerdo con que sus
hijos tengan más días de asistencia (¿peligran las vacaciones?) o más horas de
clases por día. ¡El 1,6% vería con agrado evaluaciones más exigentes!
Reflejo de valores
Posiblemente haya entre nosotros un
sentimiento confuso acerca de la crisis de la enseñanza, pero nadie parecería
interpretar que el desastre –que con competencia técnica acaba de investigarse
y con gran valentía se ha hecho público- se aloja entre las paredes de nuestras
casas y refleja nuestros valores.
¿Es creíble el discurso de la excelencia en
un país que condena a la trastienda a sus maestros, los encargados de conservar
el futuro común?
Si fuéramos serios en nuestra preocupación
por la educación pagaríamos razonablemente a los maestros, garantizaríamos su
perfeccionamiento, equiparíamos los edificios escolares, extenderíamos los días
de clase. Si fuéramos serios pondríamos el dinero donde ponemos nuestra
palabra. Los chicos se dan cuenta de que no hacemos nada de esto, es decir de
que la educación no nos importa.
No somos serios: abandonamos la escuela
pública porque abandonamos a los niños porque abandonamos el futuro,
abandonamos el futuro porque abandonamos la democracia, ya que no habrá
democracia sin escuela pública, el único igualador social.
Una conclusión que para algunos será peor: si el futuro se acaba antes de comenzar, ni siquiera la economía importa.
Una conclusión que para algunos será peor: si el futuro se acaba antes de comenzar, ni siquiera la economía importa.
(1) Adaptado de Benjamin R. Barber, “An
Aristocracy of Everyone”, Ballantine books, Nueva York. 1992.
(2)
Demandas sociales respecto de la reforma del sistema educativo; análisis
de opinión pública en el área de la Capital Federal, Investigación de Sofres
Ibope para la Fundación Banco Crédito Argentino, octubre de 1993.
Fuente: Diario La Nación del 12 de Febrero
de 1994
———————————————————————
Espero que les haya resultado tan
interesante como a mí entonces y hoy en día. Me queda dando vueltas la pregunta
de si el Dr. Jaim Etcheverry siente que pudo hacer algo para cambiar el curso
de la realidad desde su lugar como Rector de la Universidad de Buenos Aires,
entre 2002 y 2006. Ojalá algún día tenga la oportunidad de preguntárselo en una
entrevista.
Mientras tanto, nos queda pensar qué cosas
está a nuestro alcance hacer para cambiar el mensaje que damos de ser una
sociedad que “honra la ambición
descontrolada, recompensa la codicia, celebra el materialismo, ostenta
impúdicamente la riqueza, tolera la corrupción, cultiva la superficialidad, desprecia
el intelecto y adora el poder adquisitivo”.
Yo, que hice dieciseis de los veinte años
de mi educación formal en escuelas públicas, tiendo a pensar que una educación
pública de calidad y accesible a todo el mundo es una parte fundamental de la
respuesta.
(Comentario extraído de un grupo de intercambio)
http://www.psicopedagogiaweb.com
http://psico-pedagogiaweb.blogspot.com
http://para-pensar-o-reirse.blogspot.com.ar/
http://Psico-pedagogiaLaboral.blogspot.com
HERBALIFE BUSCA DISTRIBUIDORES PARA SU LÍNEA DE PRODUCTOS No importa el país en el que vives Trabajar de medio tiempo o tiempo completo Contacto: trabajehoyy@yahoo.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinás de este sitio? ¿Qué temas te gustaría que ampliara o agregue?
Si querés compartir material envialo a psicopedagogiaweb@hotmail.com
Gracias por tus comentarios