Domingo, 15 de mayo de 2005.
SOCIEDAD › CRECEN
LAS CONDUCTAS VIOLENTAS EN ALUMNOS DE 6 A 10 AÑOS
La violencia más pequeña
En los sistemas escolares público y privado detectan
un claro crecimiento de inconductas, con protagonista cada vez más chicos:
falta de atención, incidentes, agresiones. Los recursos para atender el
problema, el riesgo de estigmatizar a los chicos.
Por Mariana Carbajal
El nene, de primer grado, acaba de
revolear un punzón que impacta en la mejilla de una compañera. Después de
escuchar el reto de la maestra, se queda en su silla, pero toma con las dos
manos un cuaderno, lo lleva hacia atrás por encima de la cabeza y le pega una y
otra vez al compañero que escribe mansamente en el escritorio de atrás. Más
temprano, el mismo chico le había puesto el pie a otra nena y en el recreo
recibió tres llamados de atención por pelearse. Este cuadro se dio en la última
semana en un colegio privado del conurbano y es uno más de los que se vienen
repitiendo en escuelas primarias y EGB del área metropolitana. Especialistas
consultados por Página/12 coincidieron en que las conductas violentas –que
siempre existieron– son cada vez más frecuentes en las aulas con niños pequeños.
¿Cómo enfrentan el problema los docentes? Directivos, psicopedagogas y
psicólogas infantiles describieron esta nueva realidad que sacude los
establecimientos educativos y aconsejaron cómo actuar.
Este año un padre se encadenó a una
escuela pública de Villa del Parque para reclamar que separaran del grado al
que concurre su hijo de siete años a un compañerito que supuestamente le
pegaba. “La actitud del hombre, por demás repudiable, puso en primer plano un
problema grave que se está viendo cada vez más: chicos con problemáticas de
violencia que pegan y golpean a sus compañeros”, señaló Gabriela Dueñas,
psicopedagoga que trabaja en colegios privados de sectores medios y altos de la
zona norte. “Cada vez hay más casos de niños con inconducta: chicos que no
pueden sostener la tarea escolar, que manotean o pegan a compañeritos. Casi
siempre son chicos muy inteligentes, intelectualmente muy dotados”, indicó
Carlos Prado, director de Educación Primaria del gobierno porteño. “Se están
observando casos nuevos, de chicos que no tienen problemas de aprendizaje, pero
tienen dificultad para la adaptación a lo cotidiano escolar: no respetan los
tiempos ni las directivas básicas de la escuela”, apuntó Patricia Silva,
psicóloga, coordinadora zonal de los equipos de orientación escolar de la
Secretaría de Educación de la ciudad.
Los especialistas vislumbran que detrás
de estos cuadros la mayoría de las veces hay situaciones de violencia familiar.
“No necesariamente tiene que ser violencia física, a veces puede ser psicológica:
un chico que está solo la mayor parte del día se siente abandonado. Por lo
general, descargan en la escuela lo que viven en el ambiente familiar”, observó
Dueñas. “A veces hay falta de límites o hay un trasfondo social de desocupación
o desintegración familiar”, destacó Silva. La irrupción de esta problemática no
sorprende a Silvia Duschatzky, investigadora de Flacso en el área Educación.
“¿Por qué seguir esperando que no peguen, si la sensación es que se vive una
guerra de todos contra todos en la sociedad?”, reflexionó. “La agresividad hoy
es parte constitutiva de la sociedad y por ende de la escuela”, describió Ana
Suárez Orozco, directora de la Escuela Nº 71 de Llavallol, enclavada en una ex
zona fabril, con 430 alumnos de EGB y tres turnos de comedor.
Lista de espera:
Estas situaciones están obligando a los
docentes a ocuparse de la problemática del pequeño que pega y muchas veces a
dar respuestas a padres de los alumnos agredidos o que se quejan por los
frecuentes disturbios generados en el grado. ¿Con qué recursos cuentan las
escuelas para enfrentar este nuevo desafío? “No tenemos gabinetes
psicopedagógicos en cada colegio, pero sí en cada distrito escolar hay una
escuela de recuperación, con gabinete y equipos interdisciplinarios de orientación
escolar que siguen estos casos problemáticos”, puntualizó Prado. Cada equipo de
orientación distrital atiende a unas veinte o más escuelas. Si aconsejan que el
pequeño siga un tratamiento psicológico, se plantean dos problemas: conseguir
un turno en un centro de salud, donde hay largas listas de espera, y que la
familia apoye al chico y sostenga la terapia. La otra cara de esta realidad es
que “hay papás, profesionales muchas veces, que no aceptan que su hijo puede
tener problemas de conducta”, advirtió Prado.
“Lo que demandamos cada vez más
intensamente es que se le pueda ofrecer tratamiento en la escuela”, señaló
Verónica Diez, directora de la Escuela Nº 9, de La Boca, de doble jornada, a la
que asisten 470 alumnos. Al Centro de Salud Mental Nº 1, ubicado en Núñez, son
derivados chicos de escuelas públicas y privadas tanto de Capital como de
Vicente López, Florida y otros partidos bonaerenses aledaños. Están dando
turnos recién para dentro de dos o tres meses, según informó Liliana Muafra,
psicóloga y una de las coordinadoras del Equipo de Niños. “Hay un incremento de
los pacientes con situaciones de violencia familiar y eso se manifiesta en la
escuela”, precisó Muafra. Las 16 psicólogas que conforman el equipo que ella
encabeza tienen actualmente entre 150 y 160 pacientes, de entre 2 y 13 años.
“Si bien también hay casos de chicos de jardín, la mayor demanda se concentra
entre los chicos de 6 a 10 años”, explicó.
En el conurbano también hay escasez de
recursos para dar respuestas a este tipo de casos. “Ahora anunciaron desde el
gobierno bonaerense que van a crear cinco mil equipos de orientación escolar,
pero yo estoy reclamando uno en mi escuela desde hace diez años. Un equipo de
otra escuela viene dos veces por semana a la nuestra, pero no nos alcanza”, indició
la directora de la EGB de Llavallol.
Intolerancia:
Como primer consejo, Muafra plantea lo
que también afirman otros especialistas: “No hay que etiquetar al nene como el
violento y el malo de la película”. Otro aspecto fundamental, agregó, es que la
escuela analice cada caso en particular. “No es lo mismo un chico que se pelea
en forma circunstancial que otro que pega todo el tiempo”, diferenció. “Cuando
hay violencia hay algo que no se pone en palabras. La idea es buscar qué es lo
que no se está poniendo en palabras”, apuntó.
“Tenemos un doble problema: sostener al
chico en el aula –es importante destacar que estos niños deben estar en la
escuela– y también sostener a los demás compañeros”, evaluó Silvia,
coordinadora zonal de los equipos de orientación escolar de Flores, Villa del
Parque y Villa Devoto.
Es frecuente que padres de los compañeros
de un nene que tiene conductas violentas en el grado planteen que ese chico no
es para ese grupo. “Eso es lo habitual, lo que quieren es sacarlo porque plantean
que desestabiliza el aprendizaje de los otros. Pero no podemos seleccionar a
los niños. Buscamos dar todas las respuestas antes de tomar una decisión de esa
naturaleza. Hay padres que comprenden, pero hoy hay una intolerancia muy
marcada. La integración del diferente está instalada en el discurso, pero no en
lo cotidiano”, consideró Prado, director de Educación Primaria.
“Hay papás que les dicen a sus hijos que
la próxima vez que sean agredidos devuelvan el doble o el triple de fuerte o no
se acerquen más a él, lo que finalmente va agravando la problemática, porque el
nene termina discriminado o rotulado, cuando generalmente es una víctima de una
situación familiar”, apuntó Dueñas. “Algunas veces hemos citado a todos los
padres de un grado para explicarles qué está pasando. Es muy raro que se saque
a un chico del aula. Además, a veces no se resuelve el problema sólo con que el
chico vaya a un tratamiento porque el problema de violencia trasciende y es
familiar”, sostuvo Diez, directora de la Escuela Nº 9, de La Boca. “Jamás
planteo la expulsión”, aseguró Suárez Orozco.
Como alternativas, desde la Secretaría de
Educación se propone que, “si el nene va a una escuela de jornada completa,
vaya medio turno, o derivarlo a una escuela de recuperación con gabinete, donde
puede realizar talleres. Hay que tener en cuenta, también, que muchas veces el
cambio de escuela puede favorecerlo”, sostuvo Prado, con un largo pasado en la
docencia.
Mientras tanto, como espejo de la
sociedad, la violencia crece en las aulas, ya no de alumnos secundarios, si no
en grado de primaria.
Fuente Diario Página 12
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